domingo, 5 de enero de 2025

Anarquismo con A de Andalucia




En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1892, la ciudad de Jerez de la Frontera, en Cádiz, se convirtió en el escenario de una rebelión anarquista protagonizada por campesinos empobrecidos al grito de "¡Viva la anarquía! ¡Muera la burguesía!". Este evento, conocido como los Sucesos de Jerez, marcó un punto de inflexión en la lucha social de finales del siglo XIX en España.

Antecedentes: La Miseria en el Campo Andaluz La desigualdad social y las condiciones de vida de los jornaleros andaluces fueron el caldo de cultivo de esta revuelta. Mientras los obreros industriales ganaban entre 3 y 5 pesetas al día, los trabajadores agrícolas apenas obtenían entre 1 y 1.5 pesetas, con jornadas de hasta 16 horas bajo el sol. La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), que llegó a agrupar a miles de jornaleros, había sido disuelta en 1888, dejando un vacío organizativo que el movimiento anarquista intentó llenar con acciones insurreccionales. 

La Rebelión: Un Asalto Fallido
En apenas dos horas, cientos de jornaleros armados con palos y cuchillos lograron tomar el control de las calles de Jerez. Entre sus objetivos estuvieron la cárcel, donde intentaron liberar prisioneros, y el cuartel de infantería, que buscaban capturar para armarse. Sin embargo, la falta de organización y la respuesta de las fuerzas de seguridad frustraron sus planes. El saldo fue trágico: dos asesinatos de civiles, un rebelde muerto, y una serie de violentos enfrentamientos.

La Represión: Juicio y Ejecuciones 
La respuesta del Estado fue implacable. Las autoridades detuvieron y torturaron a presuntos líderes de la rebelión, condenando a cadena perpetua a decenas de ellos. Cuatro de los cabecillas fueron ejecutados el 10 de febrero de 1892 mediante garrote vil, convirtiéndose en los "Mártires de Jerez" para el movimiento anarquista. Este hecho desató una ola de violencia en represalia, como el atentado de la Plaza Real en Barcelona. 

Repercusiones y Reflexión
Los Sucesos de Jerez dejaron una profunda huella en la historia social y política de España. Por un lado, evidenciaron la desesperación de las clases trabajadoras ante la desigualdad y la explotación. Por otro, el uso de la fuerza por parte del Estado reforzó un clima de represión que marcaría los años posteriores. En el extranjero, los anarquistas europeos y latinoamericanos adoptaron a los ejecutados como símbolo de resistencia, intensificando la propaganda anarquista.

Conclusión
La rebelión de Jerez fue mucho más que un simple motín campesino; representó un grito desesperado en un contexto de creciente desigualdad y un ejemplo de cómo la lucha de clases moldeó la España del siglo XIX. Aunque su intento de revolución fracasó, su legado perdura como un recordatorio de los peligros de la exclusión social y la importancia de la justicia y el diálogo.

viernes, 3 de enero de 2025

Oir y no saber Escuchar

Personas que oyen, pero que no escuchan

Hay quien oye, pero no escucha. Hablamos de personas que solo tienen en cuenta sus puntos de vista, no mostrando voluntad ni interés por entender otros.

Hay personas que oyen, que físicamente están presentes ante nosotros y que, sin embargo, no escuchan.

Porque oír no es lo mismo que escuchar, se necesita de esa valiosa capacidad para ser receptivo no solo al mensaje emitido por parte de un interlocutor.


Sabemos que abundan las personas muro, esas de actitud infranqueable que no se dan, ni atienden ni quieren entender . Sin embargo, hay otras que parecen accesibles, incluso cercanas, pero que al poco percibimos que su interés no es sincero y que derivan a menudo en la mera y falsa condescendencia.

No saber escuchar, no practicar una escucha activa genera no solo una elevada insatisfacción. A nivel relacional las consecuencias pueden ser tan dañinas como problemáticas. Por otro lado, recordemos que en los escenarios laborales, la buena comunicación es clave para alcanzar objetivos y para crear ese clima donde el capital humano se sienta satisfecho, facilitando así las condiciones para dar lo mejor de uno.

“Observa, escucha, calla, juzga poco y pregunta mucho”.

-August Graft-

La incomunicabilidad, así como la no escucha, es la fuente de toda violencia.

-Jean-Paul Sartre-

En cierto modo, ese es en realidad el inicio de muchos de nuestros problemas. Al fin y al cabo, quienes no se escuchan están casi condenados a caer o bien en la indiferencia o en ese desacuerdo que acaba generando distancias a menudo insalvables. Veamos, por tanto, qué hay detrás de esas personas que oyen, pero que no saben escuchar.

Sesgo de confirmación y disonancia cognitiva 


Hay personas que solo escuchan lo que ellas quieren. Eso significa, por ejemplo, que solo abrirán sus oídos cuando digamos algo que confirman lo que ellos ya saben, creen o dan por cierto. Todo aquello que no se ajuste a sus gustos o creencias no será atendido ni tenido en cuenta.

Por otra parte, la disonancia cognitiva es también un fenómeno muy común en nuestros fallos de comunicación. Ocurre con gran frecuencia en nuestras relaciones de pareja: cuando estamos enfadados con esa persona, no importa que tenga razón en aquello que nos esté diciendo. La mente rechaza los datos disonantes e intenta ser fiel a lo que siente ‘si estoy enfadado contigo, no tendrás razón en nada de lo que digas’ 

La disonancia cognitiva es el malestar o incomodidad que sientes cuando tus pensamientos, creencias o acciones no están en armonía entre sí. Es como un conflicto interno entre lo que piensas, lo que crees y lo que haces.

El perfil narcisista, personas que no oyen porque solo se escuchan a sí mismos La personalidad narcisista está detrás de muchas de nuestras frustraciones a la hora de comunicarnos. Son perfiles que nunca atienden perspectivas ajenas. La única verdad es la que ellos tienen, y por si esto no fuera poco, toda conversación carecerá de interés si no son ellos el centro de todo argumento, anécdota o referencia.


Una de las razones por las que las personas fallamos en nuestros procesos comunicativos, se debe a la ira escondida.

No escuchan porque son ellos quienes desean llevar las riendas de la conversación.

 La mayoría nos hemos encontrado en más de una ocasión con esos perfiles caracterizados por la verborrea excesiva . Es algo común y sobre todo, frustrante. Son esas personas que oyen, que están ante nosotros pero que no escuchan porque están pensando en lo que van a decirnos a continuación. Su único afán es llevar las riendas del diálogo y acaparar cada palabra. Lo que nosotros podamos decir en realidad, carece de interés.

¿Qué podemos hacer ante quienes no nos escuchan?

Tanto si lo queremos como si no, personas que oyen y no escuchan siempre las habrá. Nos las encontraremos en casi cualquier escenario. Ahora bien, lo complicado es tener junto a nosotros a alguien que es incapaz de ser cercano, empático y sensible. Pensemos que la buena comunicación es el principal nutriente de la convivencia. Sin ella, nada fluye, nada es auténtico, nada nos sirve.

Consecuencias de no saber escuchar:

1. Problemas en las relaciones personales

Malentendidos frecuentes: Si no escuchas bien, puedes interpretar mal lo que los demás quieren decir.

Conflictos innecesarios: Las personas pueden sentirse ignoradas, lo que genera tensiones o resentimientos.

Desconexión emocional: Si no prestas atención, los demás pueden sentir que no te importan, debilitando la relación.

2. Afecta la vida profesional

Errores en el trabajo: Si no escuchas instrucciones o retroalimentación, podrías cometer errores innecesarios.

Pérdida de oportunidades: No captar las ideas, necesidades o consejos puede hacerte perder buenas

oportunidades.

Mal trabajo en equipo: No escuchar a los compañeros genera falta de colaboración y afecta los resultados colectivos.

3. Daño a tu reputación

Ser visto como alguien egoísta o arrogante: Las personas pueden percibir que solo te importa tu opinión.

Falta de confianza: Si otros sienten que no los escuchas, pueden dejar de confiar en ti.

4. Limitación en el crecimiento personal

Falta de aprendizaje: Escuchar es una de las mejores formas de aprender de otras experiencias y perspectivas.

Relaciones superficiales: Sin escuchar de verdad, las interacciones pueden quedarse en lo superficial y no desarrollar un vínculo real.

En resumen, escuchar no solo fortalece las relaciones, sino que también te permite entender mejor el mundo, tomar decisiones más acertadas y crecer como persona.


Fuente en mayor parte: https://lamenteesmaravillosa.com/

Anarquismo con A de Andalucia

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